José López, esta vez, cantó en Tribunales

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José López, declaró en el juicio oral que se le sigue por enriquecimiento ilícito. Solo aceptó responder preguntas de su defensora. Por primera vez habló de los bolsos con nueve millones de dólares que intentaba ingresar al convento de General Rodríguez cuando fue detenido. Las frases salientes de la declaración del tucumano hombre de confianza de Julio De Vido. (foto: archivo)

«En la actualidad trabajo en el Servicio Penitenciario armando bolsas, tengo un ingreso neto que es $6.200, que tiene un 20% de descuento, que es fondo de reserva, quedando un disponible de aproximadamente 4.900 que se utiliza para la cantina, para comida y en algunos casos para ayudar a mi hija Araceli».

«No tengo otro ahorro porque fueron embargados. La manutención de la familia lo realiza mi esposa».

 «Voy a declarar siempre lo que no ponga en riesgo la seguridad de mi familia y la mía. No tuve libertad para elegir a mi anterior defensa. Esto estuvo evidenciado con mi primera defensora, me la pusieron, jamás la hubiera elegido voluntariamente».

«Poseo los mismos bienes de 2003, solo se agregó un gomón, un terreno fiscal en El Calafate y un terreno de 1,9 hectáreas en Tucumán».

 «Nuestros ingresos durante mi gestión son absolutamente consistentes con los egresos que teníamos cada año. Están en las declaraciones juradas presentadas ante la AFIP y ante la Oficina Anticorrupción. Ante la OA, hacía las declaraciones con el contador, no participaba mi esposa, ella siempre estuvo al margen de mi actividad política».

«Con respecto a la casa de Dique Luján, ni Galera ni Gutiérrez son testaferros míos, firmé un alquiler con opción de compra. Ni mi esposa ni yo tenemos nada que ver con la propiedad de la casa de Dique Luján. Ni yo, ni mi esposa tenemos nada que ver con la propiedad del departamento de la avenida Las Heras».

 «Estando en Uruguay para las sesiones del Mercosur, un parlamentario me dijo a mí, a Rossi y a otro parlamentario más que me estaban investigando. Lo tomé para mí, pero no se lo dije a mi esposa para no preocuparla porque estaba estudiando para su último examen para recibirse de abogada».

«Advertí interferencias en mis comunicaciones, tanto en el teléfono como en el correo electrónico, y observaciones en mi domicilio. Al poco tiempo fui citado a una reunión sobre la que no puedo dar detalles, pero fui obligado a quedar a disposición para hacer algunas diligencias que me iban a ir diciendo».

«La única diligencia fue el tema de los bolsos. Ese dinero no es mío. Cuando dije que es dinero de la política es porque así me lo indicaron. Ese dinero era de personas vinculadas a la política de las cuales no puedo hablar. No es una persona, sino varias. Yo mismo no sé quiénes son todos, ni quiero saberlo».

 «La diligencia encomendada era que debía trasladar los bolsos al convento que yo conocía y al que tenía entrada, de allí los iban a ir retirando, a las monjas no había que darles precisiones».

 «Me escoltaron tres personas, una en una moto y dos en un auto. Cuando digo que me escoltaron, no digo que eran simples acompañantes, me entregaron el dinero y me siguieron todo el camino a modo de control, por eso dejé el auto en marcha mientras hacía el traslado».

 «Mi esposa nunca supo nada de esto, no sabía qué iba a hacer esa noche ni mi familia tampoco. Eso era lo que me tenía los días previos en un estado de tensión. Ese estado de alteración lo notó mi esposa, estaba como loco, temió que me quitara la vida. Ella lo tomó por otro lado, llegamos a discutir por cuestiones de celos».

 «Lo secuestrado no me pertenece, le pertenece a otras personas cuyas identidades no puedo revelar y mi intervención para ir al convento fue forzada. Ellos se sentían observados y seguidos por eso me expusieron».

«El dinero lo llevaron esa misma noche las tres personas que me escoltaron. No sabía que me iban a escoltar por eso tomé el arma, porque tenía miedo que me pasara algo en el traslado y también tuve miedo que me pasara algo en el camino de retorno».

 «Me usaron como chivo expiatorio, como una maniobra distractiva para poner la atención pública en otro lugar, agregando ridiculeces inexplicables, no tuve otra alternativa que obedecer».

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