por Horacio Rovelli

La Argentina es un país complejo, donde nada es como aparenta, pero con sus contradicciones y enfrentamientos de junio de 1943 a 1974 crecía a tasas sostenidas, generaba empleo e iba formando un tejido social e industrial importante. En 1974 la Argentina era el país del continente americano más integrado, donde menos diferencia había entre los más ricos y los más pobres. Se había generado un modelo de sustitución de importaciones que había aprendido de sí mismo y para 1970 se había comenzado a lograr compensar las importaciones industriales con la venta de casimires, caños sin costura, acero, y en 1973 se obligó a las empresas automotrices radicadas en el país a vender vehículos y repuestos al mundo socialista. Por lo que el modelo no solo no estaba agotado, sino que empezaba a fortalecerse en un salto cualitativo en la producción industrial.
El objetivo económico y social del golpe militar del 24 de marzo de 1976 fue romper el modelo de crecimiento en base a la sustitución de importaciones y con ello de hecho, la alianza social entre los trabajadores y los empresarios ligados al mercado interno, donde más vendían cuando los asalariados tenían mayor poder de consumo. La utilidad y la Inversión dependían principalmente de la demanda interna, por ende si el objetivo fue el de socavar las bases del modelo forjadas por los trabajadores y la industria destinada al mercado interno, que los empresarios reconvertidos denominaron despectivamente la “coalición populista”, era necesario apuntalar un modelo de valorización financiera del capital subordinado al exterior.
Para ello se instigó un plan respaldado en las fuerzas armadas y el control militar de la Nación, que se instrumentó en tres medidas básicas, que son las misas que luego repite el plan de convertibilidad de Menem-Cavallo y el de Macri-Cambiemos
a) Retrasar el tipo de cambio (Ejecutado por Martínez de Hoz en una “tablita” cambiaria que prefijaba el valor del dólar muy menor al del crecimiento de los precios)
b) Baja generalizada de los aranceles y disminución de medidas para arancelarias (desprotección aduanera)
c) Tasas de interés positivas y por encima del crecimiento del dólar
De esa manera se propiciaba el ingreso de capitales especulativos atraídos por las tasas de interés que eran mayor que el crecimiento de los precios y muy superior a la evolución cambiaria, a su vez que se encarecía el crédito a las empresas y a las personas, siendo confiscatorio de su capital, generando una brutal transferencia de la producción y del consumo a favor del sector financiero.
La burguesía local pedía préstamos en el exterior (en divisas) a bajas tasas y compraban títulos públicos o acciones o depósitos a plazo fijo en pesos, ganando la diferencia y luego se volvían al dólar retirando la renta. Renta que se abonó con más endeudamiento externo y cuando no se pudo pagar ni los intereses de la deuda (default de 1989), se cedieron los más preciados activos públicos: YPF, FFCC, SEGBA, Gas del Estado, se privatizaron las rutas, puertos y hasta el sistema previsional, etc.

La reconversión financiera hizo que José Alfredo Martínez de Hoz, conspicuo miembro de la oligarquía local (su abuelo Toribio Martínez de Hoz fue el fundador y primer presidente de la Sociedad Rural Argentina 1866-1870) y él mismo, gran productor agropecuario que, en 1976 era el Presidente de Acindar SA, privilegiara la integración financiera con el gran capital extranjero. Fue miembro del consejo de The Conference Board – New York (hasta su muerte), y asesor del Chase Manhattan Bank (de la familia Rockefeller), esto le valió la reprobación de los productores agropecuarios del país, el 4 de abril de 1979 renuncia su Secretario de Agricultura Mariano Cadenas Madariaga1 y la disputa con el sector industrial2, pero dentro de esos sectores favoreció a grandes productores y empresarios mediante autorizaciones para endeudarse en el exterior, deuda que cancelaron muy parcialmente y que en su mayor parte pagó el pueblo argentino.
Los grandes empresarios beneficiados estaban nucleados principalmente en torno al Consejo Empresario Argentino (CEA), que impulsó la creación de la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) quién realizó el lock out (paro patronal) en febrero de 1976 y publicaba solicitadas para auspiciar el golpe militar.
El CEA fue creado en el seno de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina) en 1967 en apoyo al ministro de la dictadura de Onganía, Adalbert Krieger Vasena, su presidente antes del 24 de marzo de 1976, fue José Alfredo Martínez de Hoz. Desde el año 2002, el CEA se fusionó con la Fundación Invertir, conformando la Asociación Empresaria Argentina (AEA) como se la conoce hoy, presidida por un hombre ligado a la embajada de los EEUU y como tal principal convocante para conmemorar los 4 de julio, Jaime Campos. Pero sus principales directivos y Vicepresidentes de AEA son Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Clarín), Fernán Saguier (La Nación), Cristiano Ratazzi (FIAT), Alfredo Coto (supermercado Coto), y Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó).
Hubo otros grandes beneficiados como los Pérez Companc, los Bulgheroni y los Macri, pero por disidencia y competencia con miembros del CEA no se sumaron formalmente a ese nucleamiento empresarial, pero si propiciaron y apoyaron al gobierno militar y a su plan económico.
El caso Acindar SA3 nos exime de abundar en lo que ya se conoce, tomó deuda externa mientras Martínez de Hoz era ministro por 649.149.000 dólares. Jorge Schvarzer afirma que la mitad de esa suma la usaron para quedarse con la competencia de alambres y alambrones, para ello compró Establecimientos Metalúrgicos Santa Rosa SA y Genaro Grasso SA, se fusionó con Gurmendi SA y relegó a la quiebra a las demás empresas del ramo. Y la otra mitad de la deuda contraída la puso en depósitos a nombre de sus dueños (Acevedo, Martínez de Hoz, López Aufranc, etc.) en los mismos bancos del exterior que le dieron los créditos.
DE ESOS FUEGOS ESTAS CENIZAS
La burguesía local enriquecida con la política de endeudamiento y fuga de capitales no apuesta al mercado interno, solo invierte en aquello que le da una renta extraordinaria, sino prefiere asociarse al capital extranjero, ya sea financiera o comercialmente. Eso explica los niveles de pobreza que sufre el país por falta de acumulación de capital (IBIF – inversión interna bruta fija) y, paralelamente, hay siete familias Argentinas con un patrimonio de 1.500 millones de dólares o más (Los Rocca de Techint; Marcos Galperín de Mercado Libre; Los Pérez Companc de Molinos río de Plata y Molinos Agro; Los Roemmers del laboratorio medicinal que lleva ese nombre; los Bulgheroni socios de la British Petroleum en Pan American Energy; los Constantini del Frigorífico Rioplatense SA; y los Eurnekian de Aeropuertos 2000 y de la Compañía General de Combustibles entre otras), por supuesto seguida por los Magnetto, los Pagani, los Urquía, los Madanes Quintanillas, etc. y la de las grandes empresas extranjeras que operan en el país (Shell, IBM, Chevron, Unilever, Santander, HSBC, etc.) todos beneficiados por una deuda que contrajeron y pagaron muy parcialmente merced a los seguros de cambio de Cavallo, la pesificación asimétrica de Duhalde y, la deuda del gobierno de Macri y su no investigación por la administración de Alberto Fernández.
Con ese hándicap no se aferran a la Argentina y, especulan continuar valiéndose del Estado para seguir con su práctica predatoria de endeudamiento y fuga, como lo hicieron y hacen con todos los gobiernos desde que se reinició la democracia el 10 de diciembre de 1983.
Es más, es el empresariado local quien ha abonado año tras año, desde la frase de “achicar al Estado es agradar la Nación” de 1976, una teoría privatista que ha intoxicado a la sociedad con que todo lo estatal es malo, con el objetivo de que ellos no paguen impuestos y a la vez, rapiñar todo lo que pueden y fugar capitales sistemáticamente sin ser investigados. Por lo tanto presenta cierta lógica que aparezca Javier Milei como profeta de ese credo. Y en lugar de capitalizarlo a su favor, si lo hacen los grandes grupos financieros encabezados por BlackRock, quienes incrementaron fuertemente su presencia en el gobierno de Cambiemos. Y la burguesía local no tiene fuerza ni red de contención para enfrentar a los grandes capitales internacionales, de allí que deben confiar, para paliar los daños, en el hijo de Franco Macri.
La degradación de los grandes empresarios locales ya no tiene límite, y se exacerba con el triunfo electoral de Javier Milei en las elecciones del 19 de noviembre 2023. Sin objetivos en conjunto, subordinados al capital financiero internacional, buscan individualmente quedar de la mejor manera, desentendiéndose del pueblo y sin comprender que la base de crecimiento y desarrollo es el mercado interno.
Javier Milei que copia y plagia a Murray Rothbard, un economista marginal aún en la propia corriente liberal, que no sabe de macroeconomía ni de políticas keynesianas, que solo estudio la microeconomía y dentro de esa visión, únicamente la formación de los precios por la oferta y la demanda (sin contemplar los costos de producción y que los que no tienen ingresos suficientes para entrar a ese mercado no existen), que los mercados se auto regulan y, por ende, que el Estado no debe intervenir.
Que como un dogma religioso da por hecho que todo lo que haga el Estado está mal, que es ineficiente por definición y que con los impuestos distorsiona los precios. Esa teoría pequeña, egocéntrica y simple, que solo ve lo que aparece en la superficie, que desconoce que la economía entra en crisis por falta de inversión (acumulación de capital que se fuga) es funcional al capital financiero, que la usa como mascarón de proa para quedarse por la mitad con lo que vale el doble.
De allí que cuando vemos quienes son las personas que ocuparían roles relevantes en el nuevo gobierno, se repiten nombres ya conocidos de ser funcionales al gran capital extranjero y local.
Luis “Toto” Caputo, primo del hermano del alma de Mauricio Macri, que fue Jefe de la Mesa de Dinero del JP Morgan y posteriormente del Deutsche Bank, en esta última institución fue Presidente de la filial Argentina hasta el año 2008, cuando creó “Axis”, una sociedad de Fondos Comunes de Inversión, que fu e Secretario de Finazas y luego Presidente del BCRA con Macri, va a ser el ministro de economía desde el 10 de diciembre 2023 y por eso viaja con Javier Milei y Nicolás Posse a los EEUU para verse con los grandes fondos de inversión financiera que operan en nuestro país.
Los pases pasivos (de uno a 6 días), las Leliqs (Letras de Liquidez del BCRA tienen un plazo de 7 a 29 días), las Notaliq (Notas de Liquidez del BCRA, con un plazo de 30 días en adelante), son instrumentos financieros para “esterilizar” pesos que captan en depósitos las entidades financieras, y el BCRA se los “compra” para no hacer absolutamente nada con ello. Y le cuesta al BCRA (a todos nosotros) pagar intereses a los bancos, por más de dos billones de pesos por mes (que es la suma que cobran los bancos para no prestar).
La idea de los encajes remunerados es una contención para que esa plata no se pasara al dólar. Pero los plazos de esos instrumentos son cada vez más cortos, de manera tal que el mayor porcentaje de los 23,2 billones de pesos inmovilizados, no superan los 7 días, por ende si se produce un retiro sistemático de los depósitos en plazo fijo de los bancos, todos los intereses pagados no sirvieron para nada porque la corrida cambiaria se transforma en corrida bancaria en menos de una semana y, estamos de vuelta en 1982, 1989, 2001.

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