Bebés coronials: nacer y crecer durante una pandemia

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Los bebés nacidos durante la cuarentena ante el avance de la pandemia del coronavirus ya cumplieron tres meses de vida, período en el que pese a no haber conocido a sus abuelos y abuelas, tíos, parques ni plazas, crecieron en un marco de mayor intimidad y disponibilidad del seno familiar, lejos de las obligaciones y rutinas establecidas.

«Lo mejor que puede tener un niño cuando le cuenten el cuento de su vida es poder historizar, uno no es tanto lo que vivió sino el relato de lo que vivió», explicó a Télam Alejandra Libenson, psicóloga, psicopedagoga y especialista en crianza, al ser consultada sobre las niñas y niños nacidos durante el aislamiento.

Bebés pandemials, coronials, baby-coronas, son algunos de los apodos con los que nacieron quienes vinieron al mundo en la época en la que el coronavirus pareció arrasar con todo lo conocido. En el país, puntualmente, son los bebés que nacieron a partir del aislamiento obligatorio que decretó el gobierno nacional como instrumento para frenar la pandemia.

Allegra nació el 24 de marzo, a 4 días de declarada la cuarentena. «Tuvimos la suerte de estar solos en el piso de maternidad sin la paranoia del coronavirus en todo su esplendor», dijo Paula Santaguida, de la localidad de Los Hornos.

Para Paula, lo bueno de que haya nacido cuando iniciaba el aislamiento es el haberla disfrutado «al cien por ciento con el papá, sin opiniones ni intromisión, solos los tres», aunque reconoció que también fue una contra al «no contar con una mano en los días de agotamiento y sin el componente familiar de apoyo».

Es que nacer en tiempos de pandemia implica un abanico de ventajas y desventajas. La visita de los abuelos, la salida a la plaza, las primeras reuniones, todo aquello que no puede ser, y que reemplazó la videollamada fue compensado por la intimidad que impuso el estar en casa a esperar que pase el virus y llegue la nueva normalidad.

«Crecer en los primeros meses de vida para un niño es encontrarse con un mundo nuevo donde tiene una fusión absoluta con su mamá, o con quien lo materne. En este vínculo, bebé y mamá son uno, no necesitan a nadie más que a ellos dos», dijo Libenson.

Así lo cree Marcela Nürnberg, quien tuvo a Simón el 29 de marzo en Ensenada, diez días después de iniciado el aislamiento. «La cuarentena permite pasar el día entero con mi hijo, cosa que sería imposible en circunstancias normales», explicó.

Para Simón, igual que para el resto de los coronials que ya cumplieron tres meses, la cuarentena es la normalidad, y para las madres esta nueva maternidad no se puede disociar del aislamiento. «Estoy aprendiendo a maternar online: llamadas de emergencia a mi suegra para que nos explique cómo cuidar el ombligo, a una amiga farmacéutica para que nos dé su opinión sobre cremas, videos y fotos que se envían y se reenvían a familiares», relató Marcela.

En ese sentido, Marisa Malchiodi, líder de la Liga de la Leche, la ONG que desde empezó el aislamiento mantiene sus grupos de encuentro de manera virtual, contó que «en tiempos de pandemia las consultas han aumentado, los controles son espaciados y las mamás preguntan cuáles son las señales de hambre, de alarma y de satisfacción en la alimentación de sus bebés».

También modificó el esquema familiar. «Muchas mamás han encontrado en este tiempo una mayor compenetración con su bebé, sin visitas, sin timbres, sin opiniones y muchos papás han sentido un acercamiento emocional al mundo del cuidado, que se viene dando culturalmente», detalló a Télam Malchiodi, tras mencionar a los «papás puérperos que viven a flor de piel el cambio de eje».

Tamara Silveira, de Berisso, es mamá de Martiniano de 10, Juan de 3, y de Pilar, que nació el 25 de marzo. Explicó que parir y criar en cuarentena tiene su particularidad en la falta de ayuda «externa» y en la angustia que invade cuando solo se puede compartir el día a día con familia y amigos mediante la virtualidad. «Le salieron dos dientitos y nadie la vio, todo es por Zoom y es triste estar lejos de la gente que uno quiere», comentó, aunque reconoció el lado positivo de esta disponibilidad absoluta. «Pese a que es un poco más cansador, la tengo conmigo todo el día y veo cada segundo como crece», manifestó.

Libenson explicó que es pronto para evaluar secuelas de la pandemia, aunque afirmó que el puerperio no se ve condicionado por el impacto del coronavirus. Ganas de reír, de llorar, tranquilidad, tristeza, miedos, expectativas y desilusiones, todo esto se va a producir, «dentro de una pandemia o fuera de la pandemia».

La diferencia de la calidad de ese tiempo, dijo, tiene que ver con la posibilidad de sentirse acompañada porque «para sostener a un bebé hay que sentirse sostenida y esto es lo que está interrumpido corporalmente ahora».

Para compensar esa «pérdida corporal» de los afectos, aconsejó los llamados por sobre las videollamadas que implican»exigencia y cierta intrusión en momentos de intimidad».

«La intimidad hay que preservarla puertas adentro aunque haya un afuera posible, permitido o prohibido», sintetizó.

Madres y padres de los coronials aguardan el momento en que la pandemia termine para poder contarlo. Para la psicóloga, el relato de lo que vivió ese bebé dependerá del cómo se lo cuenten; si desde el lugar del miedo o desde la esperanza de que todos estaban ansiosos por conocerlo, acompañando cómo pudieron y que esta es su historia, «lo que le tocó vivir, sin dramatizar, ni minimizar el amor». (TELAM)

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