El crossfit no es para todos
El crossfit parece ser la última moda en los gimnasios porteños. ¿De qué se trata? Es una actividad que nace en Estados Unidos para entrenar a la policía y empezó a propagarse a otros públicos y países rápidamente.
Apunta a mejorar la condición física general, reproduciendo movimientos de la vida diaria como saltar objetos o levantar pesos, y se propone diversos objetivos: pérdida de peso, fortalecimiento muscular, mejora de la capacidad cardiovascular.
Lo cierto es que carece de dos de los principios más importantes del entrenamiento deportivo: la «individualidad», que enuncia que cada individuo es diferente y su manera de asimilar las cargas también, y la «especificidad», que significa que debemos centrarnos en un objetivo concreto para alcanzarlo. Consulté con mi deportólogo de confianza, Pablo Pelegri, qué opinaba de su práctica y confirmó mi teoría: «En el crossfit no hay rutinas. Aquí se realizan actividades con una constante variedad de ejercicios. Las clases suelen ser 60 minutos de actividades muy intensas y hay que organizarse de la siguiente manera: 10 a 20 minutos de calentamiento, combinando ejercicios de técnica y fuerza; luego sigue lo que llaman ‘entrenamiento del día’, de una duración de 15 a 30 minutos, donde se realizan los ejercicios más intensos, y finaliza con 10 o 15 minutos para volver a la calma, estiramientos y algunos abdominales. Es un entrenamiento de alta intensidad, en el que los movimientos son libres (no están dirigidos por máquinas convencionales), por lo tanto, si no se realizan con una correcta biomecánica, habrá más probabilidades de cometer errores y, por consiguiente, de que se produzcan lesiones. Han llegado a mi consultorio varias personas lesionadas por la práctica del crossfit, tanto en la columna como en varias articulaciones de miembros inferiores y superiores, y también con lesiones musculares. Generalmente, es gente que no tenía un entrenamiento previo y no sabía aplicar la técnica adecuada. Es probable que los lugares a los que concurrían no fueran supervisados de un modo estricto. Los grupos suelen ser más numerosos de lo recomendado para cada instructor y eso excede las posibilidades de control».
Creo que es una actividad que hay que practicar con mucho cuidado, y no es para todos, pero concurren tanto amas de casas como empresarios sedentarios o adolescentes atléticos. Lucila Garigliano es instructora de fitness y opina lo mismo: «Tengo un alumno que se rompió el talón de Aquiles haciendo crossfit y alumnas que volvieron a mis clases alegando que la actividad les había engordado las piernas. En verdad, habían desarrollado masa muscular con el afán de perder peso. En las clases se ven ejercicios muy intensos, no aptos para todos, como pesos muertos, squats extremas, saltos, dominadas, trabajos con anillas o barras, entre otros».
Personalmente, no puedo dejar de pensar en una anécdota que me contó un amigo: «En la clase, exhaustos, el profesor nos gritaba una y otra vez la frase motivacional que era el lema del grupo: «¿¡Qué somooooooos!?», y nosotros, debíamos responder muy fuerte: «¡Máquinas!».
Lo cierto es que somos de carne y hueso.
PARA TENER EN CUENTA
– Es un entrenamiento de alta intensidad, no apto para principiantes o personas de baja condición física.
– Es fundamental cuidar la técnica en cada ejercicio. Para esto, hasta familiarizarse con el trabajo, se recomienda permanecer al lado del instructor y que él corrija posibles errores de ejecución que podrían ocasionar lesiones.
– La intensidad debe adecuarse a la condición física de cada persona.
– Es vital cuidar la hidratación durante el entrenamiento.
– No concurrir sin un apto físico médico.
Carolina Rossi es capitana del running team de Fila Rosedal y entrenadora personal. Lleva una vida inquieta: corre 42 km, nada, sube montañas y viaja sin parar. Hizo cumbre en el Aconcagua y en el Kilimanjaro en 2010.Ahora, sueña con un Ironman.