El déficit de atención afecta entre un 5 y un 15% a las infancias a nivel mundial
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), una afección que se detecta mayoritariamente en la etapa escolar, con una prevalencia mundial de entre un 5% y 15%, se manifiesta visiblemente con tres factores: la falta de atención, hiperactividad con impulsividad o ambas cosas, ante lo cual especialistas del Hospital de Clínicas recomiendan un diagnóstico temprano, limitar el uso de pantallas y jugar más, en el marco del Día de las infancias que se celebra mañana domingo.
«A veces se tiene temor de acudir a un profesional de la salud mental o a un pediatra para preguntarle por estas ‘dificultades de conducta’, como son llamadas genéricamente. En realidad, son manifestaciones de un niño o niña que no la está pasando bien y un diagnóstico temprano es fundamental para aliviar esos padecimientos», señaló a Télam la psiquiatra Infanto-Juvenil del área de pediatría del Hospital de Clínicas, Silvia Ongini.
Para diagnosticar a una persona con TDAH, los profesionales consideran que deben reunir determinadas características, las cuales, muchas veces, se pueden detectar desde sus primeros años de vida.
Algunos de estos signos son la dificultad para prestar atención a detalles en tareas a realizar, para mantener la atención incluso en actividades recreativas, no escuchar o «estar en otro mundo» aunque no haya algo que esté distrayendo o tener dificultades para finalizar tareas o cumplir consignas.
En diálogo con Télam, la psiquiatra Ongini indicó que este trastorno se suele diagnosticar en infancias antes de los 12 años, cuando comienza el espacio escolar donde se ven diferencias en relación con los pares, pero también se presenta en la edad adulta.
«Cuando jóvenes y adultos son diagnosticados, entienden las dificultades que tuvieron a lo largo de su vida, por ejemplo, para organizarse, para cumplir con tareas o tener un rendimiento mejor, porque si bien tienen las capacidades, sus funciones ejecutivas se ven interferidas por esta afección, que no es una enfermedad», explicó la médica.
Según últimos estudios científicos, el trastorno del déficit de atención e hiperactividad tiene una prevalencia mundial de entre un 5 y un 15% y varía según los criterios de diagnóstico empleados, el método de evaluación, el tipo de muestra poblacional (comunidad escolar o pacientes que consultan), la edad y la fuente de información (familia o docentes), pero no varía por la cultura o la nacionalidad, aclaró la especialista.
Otra de las características que reúnen las personas con este diagnóstico es tener dificultades para organizar las actividades, poner en orden sus materiales, se enojan y frustran mucho si tienen que hacer cosas que no les gustan, se distraen con mucha facilidad con cualquier estímulo externo o se olvidan acciones cotidianas como, por ejemplo, apagar la luz.
Además, presentan dificultades para planificar, toman decisiones de forma impulsiva y otro signo es la hiperactividad (mueven manos y pies de un lado a otro sin un propósito determinado).
Según explica Ongini, para evitar confusiones con otro tipo de trastornos es importante acudir al pediatra o a un profesional de la salud mental cuando ya se notan algunos de los síntomas.
«Varias de estas características se comparten con otras afecciones que pueden ser emocionales, como la ansiedad o la depresión o que pueden estar interfiriendo en funciones cognitivas como la atención y también generando hiperactividad», afirmó la médica.
En caso de tener el diagnóstico confirmado por un especialista, el tratamiento del TDAH es multimodal.
Por un lado, se brindan herramientas que ayuden a que las infancias tengan una rutina o estructura en la casa, lo cual les ayuda a completar las tareas, les gratifica y permite sostener, ejercitar la memoria y la atención, que pueden enfocar en otras cosas.
En la escuela, se recomienda adaptar los contenidos para evitar procesos largos que les cueste sostener, lo cual les incrementa su frustración.
Los médicos pediatras recomiendan limitar el uso de las pantallas y fomentarles la lectura de cualquier libro de cuentos adecuados a la edad.
«También es importante que los adultos destinen tiempo a jugar con ellos», señaló Ongini, mientras que, en otros casos, los profesionales suelen acudir a la medicación.
«Cuando se necesita la medicación, se notan claramente las mejoras, porque favorece la atención, ayuda a filtrar estímulos en el ambiente para que se facilite la atención y concentre en aquello que necesita. Ayuda en su rendimiento y eso también influye en su autoestima, sin generar dependencia», señaló la médica.
De acuerdo a una publicación de la Sociedad Argentina de Pediatría, el uso de la tecnología en las infancias «se asocia con atención deficiente, falta de control de la conducta, retraso del lenguaje y déficit en la función ejecutiva». (TELAM)