LA CHAUSSÉE TENIA RAZÓN

«Cuando todo el mundo se equivoca, todo el mundo tiene razón”, dijo el dramaturgo francés Pierre-Claude Nivelle de La Chaussée. Lo cierto es que los mercados financieros siguieron nerviosos pese a que Toto los quiso calmar con declaraciones propias y del FMI. ¿Tendrá que dar una dosis más alta de calmante la semana que viene? ¿O deberemos estar al borde de un ataque de nervios hasta que el directorio apruebe el nuevo acuerdo? Y aún aprobado el arreglo, ¿eso calmará a los muchachos financistas? El Javo dice que los que apuestan en contra se equivocan porque no tienen fundamentos. Es posible. Pero lamentablemente para él, la frase del francés es una gran verdad en el mundo de las percepciones.
Todo gobierno necesita un gran argumento, imbatible, compartido por la mayoría, para salir airoso de un debate electoral. En este caso es la inflación. Si las expectativas juegan en contra, muchas veces los números objetivos de la macro no alcanzan para convencer o calmar. Argentina es un paciente en terapia intensiva estabilizado. Cualquier virus hospitalario lo puede complicar. Es probable, como sostienen varios economistas, que no haya razones fundadas para tanto nerviosismo. ¿Alcanza con la evidencia empírica? ¿Toda la evidencia es favorable?
Pero el gobierno no solo está teniendo problemas con los mercados financieros. La semana pasada comentamos el hecho inédito que, por primera vez, el Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Di Tella dio dos meses seguidos negativo desde que asumió el león, sobre todo en el rubro expectativas. Esta semana se agregó otra mala noticia: el Índice de Confianza del Gobierno de la misma casa de estudios reporta 4 meses seguidos de caída. De los cinco componentes del índice, ¿cuál marca peor? acertaste! La evaluación general del gobierno registra 2.13 sobre 5 (43 % del valor total). Además, por primera vez en 15 meses, el índice general dio por debajo del promedio de la gestión. Es decir: Davos + Libragate + Manes + Corte Suprema + polémica por la represión de la marcha del 12 de marzo, algún costo iba a tener, en tanto y cuanto todo eso lo mostrase al gobierno desenfocado de las prioridades ciudadanas. Si a eso se le suman turbulencias financieras e inflación persistente, el clima no es el ideal.
Pero no todas son malas noticias para el gobierno. Hay un par de novedades excelentes. Una es la múltiple fragmentación de la oferta electoral en la CABA porque denota la crisis (¿y decadencia?) del PRO que, con el aparato del Estado porteño en la mano, no ha podido contener casi nada de la coalición que encabezó hasta 2023. De vuelta: ¿todo el mundo se está equivocando y no ve una gestión superlativa en la ciudad, y por lo tanto huye a captar nichos? Más allá de si hay o no olor a pis, el consenso en el mundo político, periodístico y consultoril, es que al primo Jorge no le está yendo bien. ¿Se confirmará el concepto de Marcos Peña acerca de que la demanda ordena a la oferta, o la demanda no tiene idea de lo que está en juego? Muchos preconceptos se vuelven a caer: ¿no era que Carrió siempre se endurecía para negociar lugares en la lista con los Macri? ¿no era que a Ocaña siempre le gustaba estar al calor del poder? ¿por qué se asocia a una lista que difícilmente supere el cuarto lugar en la competencia? Va a ser una elección para alquilar balcones porque el laboratorio será fantástico.
¿Podrá ganar el peronismo porteño de la mano de Santoro, al estilo Erman González del ’93 aprovechando la fragmentación del espacio no PJ? Todo es posible, es la era de la reescritura de reglas. Pero… los otros también juegan. ¿Qué pasará el día en que todos los que no quieren que gane el partido de Perón y Cristina se enterasen que quizá lo logre? ¿no habrá un corrimiento natural a la lista no peronista con más fuerza para inocular ese “maleficio”? ¿quién será el beneficiado? ¿los amarillos o los violetas? ¿no será demasiado que el PJ presidido por la jefa, no solo se pudiese alzar con una victoria en el territorio bonaerense, sino que además reciba de regalo un triunfo porteño en mi Buenos Aires querido? ¿los mercados se volverían a poner nerviosos?
La otra buena noticia para el oficialismo libertario es la escalada del conflicto entre Cris y Axel. Más allá de las noticias periodísticas, la tensión está peor que nunca. Sin unión, no hay paraíso, le advierte Sergio Tomás Copperfield a los dos bandos. El tema es que acá sí aprietan los tiempos porque las PASO ni siquiera se suspendieron. ¿Ocurrirá la semana que viene? Muy probable, pero la cuestión de fondo sigue sin resolverse. La pregunta más curiosa es ¿por qué le entregarían en bandeja un triunfo al gobierno que tanto odian las dos partes? ¿No es en realidad este conflicto la enésima versión del juego de la gallina (quién se tira a tiempo del auto y evita matarse, escena clave de “Rebelde sin causa”)? Cada acto de rebeldía de los disidentes muestra “El Ocaso de una Estrella” (otro peliculón). Aun cuando los rebeldes se encolumnen, llegarán a un armisticio con más poder del que tenían cuando empezó la discusión (aunque ellos tampoco saben cuál es la “nueva canción”). Mi sospecha es que al final habrá arreglo porque los riesgos son demasiado grandes. ¿Y después? Sabe Dios.
Recuérdese que un triunfo electoral del gobierno en octubre es muy probable, pero tiene tres amenazas: 1) el frente internacional de la mano del Pato Donald y sus sobrinos, 2) la sustentabilidad del esquema económico vernáculo, y 3) errores políticos propios. Estos últimos son los que menos deberían comprometerlo al final del camino (todos cometemos errores, puede implicar cierta dispensa en el balance). Si el mundo se va al cuerno tampoco se le podrá atribuir responsabilidad al “gatito mimoso”. En estos días se presentan interrogantes sobre el segundo punto.
El 24 de marzo tuvo una gran movilización con mezcla de razones, como siempre. La armada violeta quiso reinstalar un debate que para la mayoría de la sociedad está sepultado.