La desinformación, el Big Data y la IA están redefiniendo la salud mental
Por los médicos psiquiatras Maximiliano Cesoni, secretario de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA); Ángeles López Geist, psicoanalista; y Gabriel Brarda, codirector del curso superior de Terapia cognitiva conductual de APSA y miembro fundador de la Asociación Argentina de Terapia Cognitiva y del Centro de Terapia Cognitiva de Buenos.
Durante el XXXVI Congreso Argentino de Psiquiatría organizado por la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA), realizado del 26 al 29 de abril en la ciudad de Mar del Plata, se abordó la relación entre la tecnología, sus usos y su impacto en la agenda de la psiquiatría y la salud mental. Compartimos, apuntes, diagnósticos y nuevas preguntas de mente digital: explorando cómo la desinformación, el Big Data y la IA están redefiniendo la salud mental.
Durante la charla se abordaron las consecuencias nefastas de la desinformación o «fake news», especialmente en los temas de salud, cambio climático y democracias, analizando las causas y variables en juego del «efecto de influencia continua» que es la persistencia de una creencia a pesar de haberse validado y aceptado su corrección. Existen en la mente muchas barreras para la revisión del conocimiento, y atañe a la salud mental estudiar el fenómeno.
Una diversidad de tácticas para combatir la desinformación incluye: los distintos tipos de alfabetización: informacional, informática, digital y mediática; el uso de aplicaciones diseñadas por universidades y aprobadas por la OMS, que «entrenan» al usuario a detectar falsa información, y las estrategias de «inoculación» que consiste en «vacunar» contra las noticias falsas.
Los científicos han estado trabajando para mejorar las estrategias de salud pública, la investigación médica y la atención brindada a los pacientes mediante el análisis de datos relacionados con su salud. Un concepto que ha venido a atravesar la investigación científica en todas las disciplinas es el Big Data: la cantidad exponencial de datos a los que se accede en forma continua y en tiempo real para realizar investigaciones médicas y mejorar las políticas de salud pública representa un desafío. Existen diversas fuentes de datos, pero los seres humanos dejamos permanentemente datos personales y de personalidad en las redes y la
huella digital de cada uno se amplía sin límite.
Además, las interacciones de los usuarios con sus dispositivos móviles y sus respectivos sensores podrían proporcionar información pasiva y objetiva sobre sus patrones de comportamiento. Se están utilizando técnicas cuantitativas
para predecir la presencia de trastornos mentales y sintomatología específica como depresión, tendencias suicidas y ansiedad.
La inteligencia es la capacidad de convertir datos en conocimientos. El aprendizaje automático o «machine learning» (se lo diferencia de la programación clásica) es una rama de la Inteligencia Artificial que se ocupa del diseño y desarrollo de algoritmos (no confeccionados previamente) y modelos computacionales que permiten a las máquinas aprender y mejorar su desempeño en una tarea específica a partir de datos que le ofrecen los humanos. Por ejemplo, una mano robótica aprendió por sí misma a resolver un cubo de Rubik después de crear su propio régimen de entrenamiento. En la medida en que se aplican nuevos datos entrantes las respuestas se van perfeccionando. Son respuestas probabilísticas, aproximaciones verosímiles, pero no «verdades». El criterio de «verdad» se lo atribuimos nosotros, los seres humanos.
Próximamente todos, en nuestros celulares, tendremos una asistente digital hecha a medida/gusto del consumidor y que, personalizada (como imagen idéntica a una persona real) nos aconsejará, orientará, prescribirá, recordará y asistirá a nuestro médico. O sea, una «machine learning» que mecanizará nuestro comportamiento ( biotecnopoder).
¿Podremos hablar de entidades supra humanas? ¿Perderemos privacidad? ¿Delegaremos nuestras capacidades mnemónicas a una memoria transactiva que recuerde primero por nosotros? ¿La IA será responsable de sus decisiones? ¿Cómo se regularán los sesgos de los datos con que se alimentan las «machine learning» o de los datos que se usan para investigaciones? ¿Quiénes, dónde y cómo se dirimirá todo el arco de cuestiones éticas alrededor de los usos y aplicaciones de la IA? ¿El poder se concentrará aún más en pocas manos?. La Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) ha comenzado a reunir especialistas en el tema. (TELAM)