La serie «El fin del amor» y sus puntos de contacto con el libro de Tamara Tenenbaum
«El fin del amor», la adaptación del bestseller de Tamara Tenenbaum, lleva a la pantalla de Amazon Prime Video las experiencias en torno a la cultura judía ortodoxa que atravesó la autora y a partir de un retorno a la infancia -encarnada en la magnética Lali Espósito- reflexiona sobre las costumbres afectivas y sexuales de las juventudes contemporáneas: «Nunca tuve un problema con revelar mis cosas cuando pienso que sirven para pensar un concepto», dice Tenenbaum.
Con el estreno de «El fin del amor», basado en su libro «El fin del amor. Amar y coger», que fue todo un éxito editorial en 2019, Tamara Tenenbaum presta su mirada, su nombre, incluso su configuración familiar, a una historia que combina teoría y experiencia autobiográfica y le permite indagar en los nuevos paradigmas afectivos, a partir del punto de vista de una mujer nacida y criada en una comunidad judía ortodoxa en Balvanera.
Cuando se publicó su libro, Tenenbaum (Buenos Aires, 1989) sostenía que el registro de su propia experiencia funcionaba como fuente de conocimiento, aunque no era lo único que alcanzaba para argumentar. Licenciada en Filosofía, docente universitaria, periodista, guionista y escritora, la autora construyó un escrito con perspectiva feminista donde su experiencia se entreteje entre lecturas, libros, activismos, las voces de su entorno y un motor central: la reflexión. Ese mismo tono que plasmó en el texto es el que llega ahora a esta serie con algunas licencias en relación a la obra original. «Son formatos distintos que piden cosas distintas», dice Tenenbaum, coguionista de la adaptación junto a Erika Halvorsen.
En clave de comedia dramática, «El fin del amor», con dirección de la española Leticia Dolera, lideró en menos de 24 horas el top diez de lo más visto en Argentina en la plataforma de streaming Prime Video. Desde el vamos no pasa desapercibido uno de sus grandes aciertos: la actuación de Lali Espósito. Cuenta Tenenbaum que la decisión de convocar a la actriz y cantante para que interpretara a la protagonista principal fue idea de Halvorsen: «Me dijo: ‘Antes de vendérsela a nadie, llamemos a Lali’. Érika ya había trabajado con ella, confié en eso y efectivamente la rompió».
El voto de confianza fue atinado y, a través de la soltura y frescura que le aporta Espósito al personaje, los capítulos avanzan con un ritmo enérgico en el que cada escena plantea preguntas sobre la maternidad, el deseo, la libertad y la diversidad. La serie deja de relieve, en palabras de la autora, «la necesidad de romper con cierta vida».
Pocas veces se ha visto a la menstruación en primer plano, como lo reflejan varias escenas de la serie. Para la cultura judía, las mujeres son «impuras» mientras atraviesan el sangrado menstrual y no deben mantener relaciones sexuales con sus esposos. En este sentido, Tenenbaum señala que abordar esta temática «fue algo que se discutió bastante»: «Finalmente pudimos sostener la decisión y nos gustó. Hay una escena muy linda, muy sensual pero es algo que aparece todo el tiempo porque cumple un rol en relación a la simbología de la serie».
El elenco de «El fin del amor» está conformado por Verónica Llinás, Mariana Genesio Peña, Vera Spinetta, Mike Amigorena, Lorena Vega, Julieta Giménez Zapiola, Alejandro Tantanian, Andrés Gil y Candela Vetrano, entre otros. La cantidad de personajes permitió desplegar distintas subtramas que consolidaron el entorno de Tamara, la protagonista de la serie. «Quisimos poner en el personaje de Sarita cierta cuestión de la pluralidad», dice como ejemplo Tenenbaum.
Por lo tanto, cada personaje tiene un por qué definido en la maquinaria de la serie: simbolizan distintas formas de ver el mundo y de transitarlo. «Las amigas, la madre, incluso el exnovio, están todos representando otros puntos de vista. En el libro, obviamente, el punto de vista siempre es el mío. Trato de dejar todo en un tono de pregunta, no hago muchas afirmaciones tajantes pero si examino evidencia y expreso ideas», afirma la escritora sobre las diferencias con el texto original.
«Para mí, era importante que se viera que hay muchas formas de ser libre y de experimentar la propia libertad, y de hacerse cargo de esa libertad», agrega Tenenbaum. Entre esa diversidad, por ejemplo, emerge en la serie el personaje de Sarita, una joven que decide permanecer en la cultura judía ortodoxa, de la que Tamara ha huido. Cuando Sarita contrae matrimonio con un hombre de la comunidad, se acerca a la Facultad de Filosofía y Letras donde su amiga Tamara se encuentra dictando clases y le entrega un sobre con la invitación al casamiento. Este evento se convierte en un punto de inflexión para la protagonista. «Tamara vuelve a la comunidad ortodoxa desde ese lugar: ‘Quizás no es mi vida pero es la vida que eligió una amiga, y de la que mi mamá es parte de una manera, y no tiene nada de malo en ese sentido’. Vuelve desde la comprensión de la diversidad», puntualiza Tenenbaum.
El antecedente: «Poco ortodoza
Una producción audiovisual que resuena con el estreno del «El fin del amor» en esta recuperación de las tradiciones de la cultura judía ortodoxa y el deseo de romper con mandatos tan estrictos es la miniserie «Poco ortodoxa», distribuida por Netflix. La historia está protagonizada por Esther «Esty» Schwartz, una joven de 19 años, que escapa de su matrimonio arreglado y de la comunidad judía ultraortodoxa jasídica Satmar en Williamsburg (Brooklyn, Nueva York) para instalarse en Berlín. En la capital alemana, Etsy intenta moverse por una vida secular. «Hay puntos en común que tienen que ver con la transición y las dificultades en esa transición», considera Tenenbaum sobre las similitudes.
Sin embargo, la escritora establece que «la serie no pretende ser un contrapunto con ‘Poco ortodoxa'». De hecho, al momento en que se estrena, el equipo ya iba por la redacción del capítulo 4. «Es difícil la comparación porque es una situación muy distinta, tanto la de ella, que sale desde ese lugar estando casada, como la de la comunidad. Hay algo muy argentino en la comunidad que yo cuento. Las comunidades judías ortodoxas modernas (a la que pertenecieron Tamara y Sarita) son más abiertas, con maridos que se van al partido, a la cancha y a comer un choripán kosher. Es otra cosa», señala Tenenbaum y diferencia que «Poco Ortodoxa» es un melodrama mientras que la producción argentina propone, en cambio, una comedia dramática.
En «El fin del amor», la protagonista se mueve en los espacios nocturnos con soltura y divertimento: sale a bailar, tiene relaciones sexuales, consume drogas. «La noche, la diversión, las drogas aparecen más en la serie que en el libro porque en el libro no vienen a hacer nada. Yo hablo de una mujer que circula por la noche, por la calle, pero no necesariamente cuento cómo. Cuento algunas aventuras sexuales para que se entienda más o menos pero no las cuento para mostrar nada. Las cuento cuando sirven para pensar algo», precisa.
Tenenbaum deja huellas de su infancia en muchas de sus producciones y se mueve con soltura en el registro de la primera persona. «El fin del amor. Amar y coger» viaja al pasado para ilustrar cómo las creencias de la cultura ortodoxa a la que pertenecía se fueron desprendiendo. La serie presenta a una «Tamara niña» y a una «Tamara adolescente» que acompañan la adultez de la protagonista. «Nunca fui reservada en nada de lo que escribo. De hecho, el primer libro que escribí, ‘Reconocimiento del terreno’, tiene poemas que muchos de ellos están en la serie, en el registro de la niña y la adolescente. Muchos de esos flashbacks están basados en esos poemas y las chicas recitan versiones adaptadas y son bastante internos, bastante personales», confiesa la guionista.
Uno de esos poemas que se reconfigura en el formato serie fue compartido por la autora en su cuenta de Twitter y dice así: «Lo peor del corsé/ lejos/ era cuando se me caían las monedas/ y tenía que hacer/ como que no me importaba/ porque no podía agacharme a levantarlas. /Desde entonces me acostumbré/ a fingir que no me importan/ las cosas/ que no puedo tener».
Si como dice María Negroni en su libro «El corazón del daño», «se escribe, dicen, con una mano arrancada a la infancia», también Tamara Tenenbaum encuentra en ese tiempo un lugar al que siempre vuelve: «Hay algo de la sorpresa, la curiosidad con la que uno se acerca al mundo que es algo que me importa siempre tener fresco y, en ese sentido, a la infancia se vuelve a buscar esa sorpresa, esas preguntas».
Cada vez que en la serie aparecen las versiones del pasado de la protagonista, lo hacen a través de recuerdos tan vividos que los escenarios se comparten con la Tamara adulta. En una escena, la joven lee en voz alta y su voz adulta se mezcla con su personaje infantil, con quien lee a la par. «La Tamara niña, la Tamara adolescente nunca aparece en flashbacks literales sino que siempre está hablando a cámara, hablando sola, recitando poemas… Quiere ser un registro del sueño, de la fantasía, de la poesía, de algo que no es una narración. De hecho, en esos flashbacks que aparecen no es tan clara la relación con lo que viene antes o después y es confuso, pero es intencionalmente», concluye Tenenbaum. (TELAM)