Mataron a un joven de 22 años, ya le habían intentado robar
“Me van a llevar la moto, pero muerto”. El flamante policía federal Horacio Moreno (22) siempre decía que si intentaban robarle, se iba a defender. Y lo pagó con su vida, el domingo a la tarde, cuando llegó a la casa de su novia en Pablo Podestá, partido de Tres de Febrero, y al menos dos ladrones le exigieron su Honda 150 cc. El agente llegaba del barrio porteño de Retiro, ya que hacía muy poco que trabajaba en la comisaría 46°.
Verónica, su novia, está estudiando la misma carrera y planea graduarse a fin de este año. Antes de que ella saliera de su vivienda a recibirlo, los asaltantes le pegaron tres balazos. El joven estuvo 20 minutos tirado en la vereda, agonizando. La ambulancia nunca llegó y lo trasladaron en un patrullero al Hospital Bocalandro. Ante la gravedad de su estado, lo llevaron en helicóptero al Churruca, en Capital Federal. Su vida sólo resistió unas horas.
Con este caso, son nueve los agentes asesinados en lo que va del año de la Federal, la Bonaerense y la Metropolitana. Y el crimen de Morenoocurrió justo el día en el que se cumplían dos años de la muerte de su padre, a causa de una enfermedad. Horacio vivía en Glew junto a su madre y sus dos hermanos.
El joven había conocido a Verónica Torales por su cuñado, con quien se recibió en la Escuela “Ramón Falcón”, en la misma camada. La pareja empezó a salir hace dos años y hasta proyectaba formar una familia.
“ Hagan algo. La inseguridad no da para más. A Horacio lo mataron como a un perro ”, dijo ayer a Clarín Beatriz Sosa (61), tía de la novia de la víctima, que vive en la misma casa en cuyo frente ocurrió la tragedia.
Toda la secuencia fue vista desde una ventana por el amigo policía del joven. Según le contó a los investigadores, al menos dos ladrones llegaron en un Chevrolet Corsa, color blanco, y le exigieron: “ Dame la llave de la moto ”. Horacio, con el casco puesto, se negó y se identificó como policía. “ Tirale hermano ”, le ordenó un delincuente a su cómplice. El ayudante recibió tres disparos, uno de ellos en la cabeza, y los agresores escaparon sólo con su arma.
“Yo estaba durmiendo, escucho disparos y salgo. Ya estaba tirado en el piso. El casco estaba perforado por un impacto de bala”, afirmó Toribio Torales, suegro de la víctima. “Estaba de civil, no estaba uniformado. Por supuesto que era una preocupación la inseguridad y varias veces le habían querido robar la moto ”, enfatizó el hombre.
La familia de Verónica ya había sufrido la pérdida de un ser querido el 16 de abril de 2005 en un hecho de inseguridad en Villa Celina (La Matanza). Aldo Sosa tenía 22 años, igual que Horacio. Recibió un balazo en la cabeza cuando delincuentes escapaban de cometer varios robos y lo confundieron a él y a un amigo con policías. “Tirales que son ‘ratis ’”, dijo uno y el otro le disparó. Aldo era sobrino de Beatriz, tenía un nene de cinco años y su esposa estaba embarazada de cinco meses. Agonizó un día.
Los familiares del remisero donaron sus órganos y su corazón salvó a una maestra, Verónica Rosas, que recibió un trasplante. En 2009, los dos asesinos fueron condenados a 15 y 14 años de prisión.
“Yo estoy luchando contra una grave enfermedad, pero lo mío no es nada comparado con esto.
Nos están matando a todos ”, dijo angustiada Beatriz.