Murió Julio Grondona
Julio Humberto Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino durante los últimos 35 años, murió este mediodía a los 82 años, por una afección cardíaca que le produjo un aneurisma en la aorta.
El velatorio será a partir de hoy, en la Capilla Ardiente del Predio de Ezeiza.
Grondona llegó al sanatorio Mitre esta mañana «por precaución», pero su salud se fue debilitando con el paso de las horas. Falleció a las 12.50, antes de ingresar al quirófano para ser sometido a una operación.
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Grondona asumió como presidente de AFA en 1979.
La obligación recayó sobre el mayor de los seis hermanos Grondona. Con 20 años, y por el grave estado de salud de su padre, afectado por una hemiplejia con parálisis, Julio Humberto debió abandonar la carrera de ingeniería para hacerse cargo del emprendimiento familiar: la ferretería Lombardi-Grondona, negocio que nunca abandonó. Pero fue seis años después, en 1957, que acuñó un cargo que desempeñó, en diversas instituciones, hasta el último día de su vida: presidente.
Fue ese año que fundó Arsenal y comenzó su carrera en la política del fútbol. Dejó el mando del club Arsenal para asumir la presidencia de Independiente, en 1976, último trampolín antes de desembarcar el 6 de abril de 1970 en la AFA. «A mí me eligieron los clubes, no el almirante (Alberto) Lacoste», se defendió de quienes lo acusaban de ser un instrumento del gobierno militar, por entonces encabezado por Jorge Rafael Videla.
A mí me eligieron los clubes, no el almirante (Alberto) Lacoste
Creador de la filosofía «todo pasa», su mandato al frente del máximo organismo del fútbol argentino estuvo marcado por un fuerte personalismo, y un apoyo incondicional de todos y cada uno de los clubes. Durante los casi 35 años de mandato, sólo sufrió un foco de oposición concreto: en 1995, el fallecido árbitro Teodoro Nitti presentó una candidatura que sólo cosechó un voto. En 2011, en una situación poco clara, Daniel Vila se autoproclamó presidente de la AFA por «los votos de los clubes no afiliados», pero todo quedó en una risueña anécdota.
A los pocos meses de asumir en el cargo, y para evitar cualquier tipo de suspicacias, Grondona tomó la política de no ir a la cancha a ver los partidos del campeonato doméstico. Según un perfil publicado por el diario LA NACIÓN en 2005, Don Julio debía esforzar su memoria para recordar el último encuentro al que asistió: «Fue un Independiente-Tigre de 1980, el día que debutó (Néstor) Clausen. Era presidente de Independiente con licencia».
La entrevista con canchallena.com, en 2009:
Pero como prefería alejarse del fútbol local, era un fiel seguidor de la selección argentina. Incluso, estuvo presente en todos los encuentros del último Mundial Brasil 2014, protagonizando su última pelea con Diego Maradona -con quien supo tener una relación de muchas idas y vueltas-, al acusarlo de «mufa».
Vivió por y para el fútbol, llegando a dedicar todo su tiempo a la pelota. Eso le hizo ganar un lugar en las altas esferas de la FIFA. En 1988, y con una larga experiencia en la AFA, asumió una de las vicepresidencias del máximo organismo del fútbol Mundial y el control de la Comisión de Finanzas, lo que le brindó la confianza de Joao Havelange y, luego, de Joseph Blatter.
Me van a tener que sacar de la AFA con los pies para adelante
Dicen los que lo conocen que su única salida del fútbol era la familia. En la ferretería de su padre, se enamoró de la empleada Nélida Pariani, con quien finalmente se casó y tuvo tres hijos: Liliana, Julio y Humberto. Aseguran que la quería a ella incluso más que a sus descendientes y que su pérdida, a mediados de 2012, lo llevó a una depresión de la que nunca pudo salir y que lo llevó a varios problemas de salud. «Desde que se fue mamá, estamos mucho más unidos. Nos acompañamos como nunca», contó hace pocos días Humbertito.
«Me van a tener que sacar de la AFA con los pies para adelante». La frase de Grondona hoy toma mucha más fuerza. Su débil estado de salud no resistió una recaída y falleció a los 82 años, cuando sólo le quedaban poco más de un año de gestión. Él ya comenzaba a pensar en su retiro, pero el destino lo despidió con la investidura que más lo acompañó: la de presidente.