Venezuela cerrará el año con una inflación del 200.000%
El FMI rebaja la previsión del alza de precios, aunque la economía se reducirá un tercio a finales de 2019.
En julio el Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzó a recalcular las estimaciones de la brutal hiperinflación que vive Venezuela desde hace dos años y en su nuevo informe de este martes la ha rebajado nuevamente. El país sudamericano, inmerso en una profunda crisis humanitaria y política, cerrará el año con 200.000% de inflación y una estimación de 500.000% para 2020. El indicador está muy por debajo del aterrador pronóstico que hacía el organismo multilateral el año pasado de un indicador del 10.000.000%, que en el trimestre pasado ya había rebajado a 1.000.000%. La reducción de ceros no implica, sin embargo, un escenario más alentador para la nación petrolera.
El régimen de Nicolás Maduro ha aplicado medidas parciales y tardías, en opinión de los economistas, para controlar la subida de los precios y la depreciación del bolívar. El aumento del encaje legal bancario ha sido una de las más extremas, pues la restricción del financiamiento crediticio a las empresas ha tenido un costo muy alto para la actividad económica. Además, después de 15 años de férreos controles de precios y de cambio, el chavismo ha flexibilizado de forma no oficial las fiscalizaciones a comercios, lo que ha llevado a una vuelta de hoja demencial en cotidianidad venezolana, en la que por años había visto en Venezuela: anaqueles llenos de productos básicos y ofertas, pero pocos ciudadanos con capacidad para adquirirlos.
La contracción del Producto Interno Bruto sigue en picada como desde hace cinco años y el FMI la calcula en 35% para cierre de 2019 y con una caída menos severa, del 10%, para 2020. En un lustro de encogimiento sostenido de la economía, este año se producirá la reducción más significativa. Desde que Maduro llegó al poder la economía del país se ha contraído a la mitad; en 2019 se achicará otro tercio. Según los datos del organismo, la relación de las caídas ha sido así: en 2018 fue de 18%, en 2017 de 15,7%, en 2016 de 17%, en 2015 de 6,2% y en 2014 de 3,9%. “Se prevé que continúe el colapso multianual de la producción. La profunda crisis humanitaria y la implosión económica en Venezuela continúan teniendo un impacto devastador, y se espera que la economía se reduzca en aproximadamente un tercio en 2019”, refiere el informe presentado este martes.
El FMI destaca que el empeoramiento de las condiciones macroeconómicas entre 2017 y 2019 en un pequeño grupo de países, entre ellos Venezuela, Argentina, Turquía e Irán, ha incidido en una disminución del crecimiento global de 3,8% en 2017 a 3% este año. Para el país caribeño también prevé un aumento del desempleo de 47,2% en 2019 a 50,5% en 2020.
Pese a la desaceleración de los precios que se ha registrado desde julio, la hiperinflación está todavía lejos de desaparecer de la vida de los venezolanos. El Gobierno de Maduro había controlado el gasto fiscal retrasando el incremento del salario mínimo. En 2018 hizo aumentos cada dos meses para compensar el aumento de precios, pero este lunes le tocó dictar su tercer incremento del año, después de seis meses sin ajuste que llevaron la remuneración a un mínimo histórico de menos de 2 dólares mensuales. La reducción de los ingresos por la merma en la producción en la petrolera, sumado a la camisa de fuerza que han supuesto las sanciones económicas de Estados Unidos, obligarán a un aumento de la base monetaria a través de la impresión de dinero sin respaldo, que seguramente disparará los precios.
Maduro ha anunciado que este martes se reunirá con su equipo para definir una nueva “ofensiva económica” para lo que resta de 2019. El plan anunciado en agosto de 2018, que incluyó la resta de cinco ceros a la moneda y la emisión de nuevos billetes, se fue al traste en menos de un año. El nuevo bolívar soberano nació con un cono monetario cuyo billete de mayor denominación era de 500 bolívares y 10 meses después el Banco Central debió emitir nuevas piezas que ahora llegan hasta 50.000 bolívares, que apenas alcanzan para pagar dos cafés con leche en una panadería.
Fuente: El País